Insisten con terquedad suicida en un modelo agrícola que los fundió y está acabado.
Ante el comunicado del 29 de abril pasado emitido por dirigentes rurales de Federación Agraria Argentina de los departamentos Paraná, Diamante y Nogoyá, en el que se quejan de una supuesta “prohibición de producir y las consecuencias impensadas en el medio rural”, desde la Coordinadora Basta es Basta por una Vida sin Agrotóxicos en Entre Ríos que promovió el fallo cuestionado recordamos:
- Existe una Ley 26061 de PROTECCIóN INTEGRAL DE LOS DERECHOS DE LAS NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES en la que se indica que “las políticas públicas de los Organismos del Estado deben garantizar con absoluta prioridad el ejercicio de los derechos de las niñas, niños y adolescentes cuando sus derechos colisionen con los intereses de los adultos, de las personas jurídicas privadas o públicas”;
- El fallo que la Federación Agraria ataca porque "arriesga" la producción agrícola, reconoce y garantiza derechos de madres desesperadas que piden por sus niños que mueren intoxicados, de los trabajadores rurales que no quieren perder su empleo, de todos los afectados por un negocio privado que nos envenena. Un fallo que, encima, incluye la protección de los productores aglutinados en la emblemática Federación Agraria, que hoy públicamente lo ataca. Recordemos cuáles fueron los orígenes de esta Federación que surgió para aunar valores, necesidades e intereses comunes, con el afán de cooperar organizadamente para obtener beneficios sociales y colectivos de la labranza de la tierra con una función social que ciertos dirigentes parecen haber olvidado.
- ¿Qué clase de dirigencia pone en riesgo tanto la salud como la economía de sus productores? Clausuran la posibilidad de otras vías productivas más rentables y saludables que la agricultura en base a millones de litros de agrotóxicos que los dejó endeudados hasta el cuello? De verdad creen que están de su lado las pocas multinacionales que pretenden regalías de las semillas sembradas, que acobardan con insumos en dólares, que nos invaden con litros de venenos ante el avance de las malezas que ellos mismos convirtieron en resistentes.¿Acaso olvidaron cómo producían sus abuelos?
Intentamos comprender el discurso de la FAA. Debe resultar doloroso modificar un dogma que promete que este modelo de producción en base a químicos es el único viable, sustentable y el más rentable pero se estrella contra la realidad.
Quienes ignoran "la información científica técnica disponible" son ustedes como actual dirigencia de Federación Agraria, quienes están lejos de representar al "campo", simples peones de las corporaciones que realmente ya generaron, hace largo tiempo, el éxodo rural mediante la agricultura dependiente de químicos y no a partir del fallo que protege a las escuelas, como mienten en su comunicado.
Es cuestión de tiempo para que los biocidas cancerígenos que ustedes defienden con un esfuerzo digno de mejor causa sean prohibidos por entes de control, por la justicia y ya son repudiados por los consumidores que rechazan alimentos repletos de químicos. Se conoce de contaminantes persistentes, de sustancias tóxicas, de la “docena sucia”, como tantos otros venenos que contaban con habilitación y hoy están prohibidos, carbofuran, CLORPIRIFOS, MALATIÓN, DIELDRIN,entre tantos otros que fueron desperdigados por el aire y hoy persisten en los cuerpos de nuestros gurises. Mientras "productores responsables" los diseminaban y se los consideraba "inocuos" si son “bien aplicados” gracias a las “buenas prácticas “ .
Esta sentencia, que hoy cuestiona la FAA, es coherente con las más recientes condenas internacionales, que dan cuenta del ocultamiento de la evidencia que existe sobre estos productos y su grado de toxicidad y del peligro al que estamos expuestos como seres vivos que habitan este planeta. Para colmo, ponen en altísimo riesgo a los propios productores que ustedes dicen defender y representar.
Además de ser falso, es una demostración de ignorancia técnica y de absoluto desprecio social aducir que se "saca de la producción más de 300 mil hectáreas en la provincia".
Insisten con terquedad suicida en un modelo agrícola que los fundió y está acabado. Prefieren continuar con un modelo rentista donde el trabajo real lo hacen unos pocos peones que caen como moscas. Y la verdadera ganancia está fuera de su alcance como pequeños y medianos productores.
Hubieramos preferido no contar con estudios científicos que den cuenta de la gravedad que significa para nuestros niños y niñas la exposición a estas sustancias, hubiéramos preferido basarnos en el principio precautorio que no exige daño cierto, sino ausencia de certeza, pero lamentablemente contamos con estudios que dan cuenta del daño ya perpetrado, irreparable. Ahora solamente estamos pidiendo que paren de envenenar. La bibliografía científica nacional e internacional , además de los estudios locales hechos en suelo entrerriano, en el Departamento Uruguay, específicamente en escuelas rurales son tan contundentes que justamente por la existencia de prueba científica es que la justicia nos respaldó. No así el Estado al que ustedes reclaman caminos, que viene apoyando a los fumigadores de niños sin siquiera considerar los Estudios que pasan desapercibidos ni han sido citados en las extensas presentaciones de la provincia demandada, como tampoco en ninguno de los resolutorios que tuvo esta causa, estudios que revelan daño genético en niños que acuden a escuelas rurales- y a los que ustedes ni siquiera consideran en su balance de pérdidas.
Por ultimo, se atreven a mencionar los "sueños de familia de campo". ¿Qué sueño puede conservar una familia humilde cuando nace una criatura deforme, con labio leporino o espina bífida, consecuencias probadas de los agrotóxicos?
Desde Basta es Basta, estamos del lado del productor que no puede cultivar porque su vecino lo fumiga, queremos producción de alimentos no de commodities que solo dejan contaminación y pobreza en nuestro país. Queremos que el campo vuelve a producir, queremos millones de familias campesinas como solo fue posible antes de 1996 cuando se implementó este modelo en base a agrotóxicos que expulsó a casi la totalidad de la población rural. Hoy está demostrado que se puede producir de modo saludable y con altos niveles de rentabilidad, es posible modificar sin períodos de carencia la producción química y obtener ganancias superiores o similares a las del actual modelo de las multinacionales del agro.
Creemos que es un momento trascendental y único para que nadie se apropie de nuestro preciado suelo fértil y el legado cultural de las comunidades agrarias y rurales basado en la producción de alimentos sanos.